México,
Estados Unidos y Canadá pusieron en marcha
hace más de diez años el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Fue el corolario de un cambio radical en la estrategia de desarrollo de la nación.
Dicho cambio implicó la intención de poner fin, de una vez por todas, a la
estrategia de sustitución de importaciones y a la industrialización dirigida
por el estado Mexicano en los llamados periodos obscuros de la economía
mexicana, en aras de una estrategia centrada en la liberalización comercial y
en la reducción de la intervención estatal en la economía
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